El Espejo Interior y crisis como formas de crecimientos.

El proceso evolutivo de la vida ha dado un salto cuántico desde el pensamiento racionalista hacia una dimensión que abarca el campo espiritual, que es el campo de las energías.  Esto ha despertado el interés en la investigación científica, sobre la relación entre la consciencia personal y la realidad que trasciende a los sentidos; la relación entre psique, espiritualidad y consciencia cósmica; y que en la “nueva psicología” apunta hacia lo transpersonal.

Para que esto fuera evolucionando, a tenido la humanidad que pasar por variadas crisis que han llevado al hombre a buscar formas nuevas de poder continuar existiendo acorde a los ritmos del cambio de pensamiento consciente y planetario. Situaciones externas que rompen la transparencia del devenir en el que existimos y nos impulsan a movernos de lugar en la vida. Eventos tanto personales, como colectivos y planetarios nos remecen como humanidad y abren posibilidades múltiples para generar los cambios que sean necesarios para ir transformando la vida, y así ir evolucionando como seres humanos.

La vida es una gran oportunidad. Cada momento afloran  las oportunidades para aprender a convivir en armonía con uno mismo y con todo el universo. Cada momento se rompe la aparente armonía para dar orden al caos interno que trae consigo la posibilidad de generar mundos nuevos que habitar en nuestro interior.  Cada quiebre que se presenta es una tremenda oportunidad para salir del sueño de la consciencia; una oportunidad para darse cuenta de que  mientras no llevemos la mirada hacia nuestro interior, seguiremos siendo ignorantes de las verdades trascendentes de la vida.

Este desconocimiento para la gran mayoría es prácticamente transparente, porque se es ignorante de que somos ignorantes, ignorantes de lo que no entendemos o de lo que simplemente desconocemos. Creemos saber mucho porque tenemos conocimientos de los campos externos y diversos de la vida, tenemos juicios, opiniones, ideas, que nos dan una visión particular de la realidad y de nuestras vidas. Hemos confundido el saber basado en la sabiduría con el conocimiento que hemos acumulado como información del intelecto; y a esto le hemos dado autoridad, descalificando todo conocimiento proveniente de nuestra observación consciente sobre los procesos profundos de la naturaleza humana, sobre los verdaderos procesos de la realidad interior que compone y define la realidad externa, y la cual, esta condicionada por nuestras historias, por los mandatos que asimilamos como parte de nuestra psicología personal, por la influencia cultural, social, religiosa, por las tradiciones en general.    Lo que llamamos «realidad», sólo es una parte ínfima de la totalidad de lo que está basado el pensamiento trascendental y el accionar constructivo, una parte ínfima en lo que está basada la vida en sí misma. Es una sombra de la realidad que nos contiene a todos.

Lo real esconde secretos, los cuales simplemente son capacidades y conocimiento que se van transfigurando a través del tiempo.  Y estos dejan de ser misteriosos o secretos a medida de ir develándose la verdad del sí mismo. A medida de ir despejando los velos y haciéndonos conscientes de quienes somos. A medida de ir observándonos a través del espejo interior.

El autoconocimiento es el camino que nos lleva hacia la comprensión de que la realidad no sólo se compone de los fenómenos externos, sino que esta, está compuesta por múltiples mundos dentro de cada uno, por múltiples realidades, por seres y entidades provenientes de esas otras realidades, de múltiples oportunidades a experimentar, de posibilidades abiertas a generar nuevas experiencias y caminos a recorrer. Caminos que nos llevan a descubrir la verdadera riqueza que se encuentra en nuestro interior. Esas virtudes y habilidades que se cultivan en nuestro ser y nos dan o devuelven el sentido de la vida, y que cuando afloran hacia la consciencia externa nos proporcionan la estabilidad emocional que contrarrestan a la incertidumbre, la infelicidad, las inquietudes, resentimientos y los miedos que todo esto provocan y que paralizan.   Afrontar el otro lado del espejo, es una cuestión interesante que pocos se atreven a realizar, ya que esta dejara en evidencias las falencias, errores, y las inconsecuencias, de un sistema de “vida” basado en lo ilusorio y lo material. Una trampa de sufrimiento creado por el pensamiento y  nuestras creencias, las cuales le damos todo el poder personal.

La ignorancia es así de atrevida (leí en alguna parte), me parece adecuado citar esa aseveración; ya que esta ignorancia de la que somos víctimas se atreve a cuestionar a la vida misma, a las mentes más sabias en las que se basa el pensamiento antiguo y moderno; al alma, al espíritu, a Dios mismo y descalifica todo aquello que le sea distinto, auténtico, único, y porque no decirlo, especial ya que guarda en sí mismo la sabiduría que le creo.  Esta ignorancia atrevida desconoce todo el valor en ello. El ignorante, ignora su propia ignorancia y peor aun, su propia esencia; y rinde culto y pleitesía a los falsos ídolos creados por el pensamiento del intelecto y materialista.   Mirar al otro lado del espejo, puede mostrar una imagen de sí mismo que poco gusta o acomoda, y que tarde o temprano  nos lleva a enfrentar la responsabilidad adquirida frente al caos en que convertimos la vida.

Los secretos guardados nos proporcionan un conocimiento nuevo sobre la propia naturaleza de la realidad y que nos lleva a cuestionar,  a desafiar el mundo de las luchas, de los poderes, de los conflictos sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos; para comenzar a dar importancia a lo que realmente somos, sentimos o queremos; más allá de las descalificaciones o limitaciones que tengamos sobre nosotros mismos.  Los secretos y misterios nos llevan a correr el velo de lo que es realmente verdadero versus la realidad ilusoria, y nos impulsan, nos dan la valentía de afrontar en primer lugar, el conocimiento de causa de lo que se padece o acontece en nuestro devenir y la responsabilidad que esto significa en la vida de cada quien; para luego, recuperar o despertar la consciencia y así poder generar los cambios que facilita el aprendizaje; ese aprendizaje que transforma y que surge cuando somos capaces de darnos cuenta de nuestra participación en la vida propia y la participación activa en la vida de los demás.

Cuando nos atrevemos a superar el caos inicial y descubrir el fluir de los procesos evolutivos, se transmuta el contenido del subconsciente personal para trabajar los elementos perturbadores. Se favorecen los contenidos de la consciencia y se recupera a su vez la honestidad, el valor, la voluntad, la perseverancia, etc.; en definitiva se recupera la dignidad de ser y la capacidad de decidir la vida que deseamos.

Somos mucho más de lo que vemos a través de nuestra mirada externa, y más aún, de lo que percibimos por medio de nuestros sentidos físicos.

La vida; desde mi punto de vista, es en realidad un viaje perenne, continuo en sus transfiguraciones, y un campo de energía fértil para la recreación del escenario cósmico.  Una gran oportunidad de ampliar los horizontes a medida de ir creciendo como seres pensantes y  evolucionando como seres espirituales.  En este nivel afortunadamente  la teología, las ciencias espirituales y las ciencias modernas, están llegando a un punto en donde difícilmente pueden seguir evitándose.  Estamos en un momento importante del pensamiento planetario por la unificación de los hechos científicos y tecnológicos con la sabiduría y ciencias espirituales, que dan paso a un mundo distinto y a un cambio de pensamiento que se traduce al tan nombrado: cambio del paradigma. El pensamiento materialista y mecánico con el cual el mundo giraba hasta principios del siglo pasado fue transformándose a través del pensamiento cuántico y la consciencia cósmica.  Hoy al igual que en el pasado, e inicios de lo que conocemos como el mundo moderno; nos encontramos, que los nuevos descubrimientos científicos los cuales han cambiado la forma de ver las cosas y de enfrentar el futuro, son sólo una actualización de lo que las ciencias espirituales antiguas ya manejaban hace muchos siglos atrás.

La Gran posibilidad de aprender y crecer

Cito  al decir del filosofo Sócrates «debemos aprender a reír de nosotros mismos».

No podemos más que reír frente a la paradoja que surge con el ciclo circular del conocimiento.  Lo que durante tanto tiempo fue cuestionado y vetado como herejías, hoy es la base de la ciencia que dejaron de ser ocultas para pasar a la comprensión de sus manifestaciones. Hoy la ciencia acepta la realidad cuántica de la consciencia y la energía del pensamiento; y postula que completan el entramado cuántico del subconsciente y sus múltiples proyecciones en las dimensiones de la expresión humana. Hoy se abre una ventana de esperanza hacia la reconciliación de lo que una vez se dividió generando el caos actual.

Desde donde yo observo la vida, me da seguridad entender que, como piezas móviles en un espacio entramado de energías que surgen de nuestros canales físicos y mentales, creamos el caos para generar opciones de recrear los acontecimientos; como en un “juego teatral”, como decía de Platón; y así, poder reflexionar sobre los distintos modos de vida en épocas de crisis.

Como veo esta situación, la seguridad proviene de esta aparente inestabilidad. Dado el caso, de que todo es cambiante y nada es estático en el universo, algo que podría provocar temor e inseguridad paradojalmente deja la tranquilidad de saber a ciencia cierta, que todo lo que ocurre esta orquestado por la energía del pensamiento, las proyecciones subconsciente y la fuerza e intensión espiritual; y las cuales, surgen con el propósito de re ordenar y desarrollar la creatividad e imaginación que es la base de nuestro poder de creación.  Por lo tanto, así como inconscientemente creamos el caos hasta generar crisis que es la forma de quebrar la rigidez de la mente, también tenemos la posibilidad siempre de recrear en pro del bienestar,  corregir y reinventar una forma nueva de experimentar la vida.

La inventiva humana, es una capacidad de supervivencia básica; sin embargo, el ser humano en su inminente decadencia de instinto, se ha dejado manejar y con ello darle fuerza a la creencia de estar impedido e invalidado del poder de transformar, dirigir y recrear su experiencia personal, y de influir en la experiencia colectiva, a través de sus propias decisiones y derecho a optar. Las crisis de vida nos impulsan a retomar o a recuperar estas capacidades básicas, como son: la imaginación y la creatividad, y las cuales nos dan campo abonado para inventar una forma distinta, nueva o reciclable de nuestras actuaciones en la vida.  El cerebro humano es más que un órgano que conserva o reproduce nuestras pasadas experiencias, es también un órgano combinador, creador, y que está capacitado para elaborar complejos sistemas que generan nuevos planteamientos que modifican el presente y afectan nuestro futuro.  Por este motivo, pienso que mientras tengamos la capacidad de reinventarnos en los tiempos críticos de nuestra existencia, podremos recrear nuestras experiencias haciendo uso de la inteligencia, del conocimiento y las oportunidades de crecimientos que traen consigo las crisis, y que nos llevan inevitablemente a la búsqueda interna de los recursos que nos faciliten las herramientas que nuestro ser posee para aprender, cambiar y transformar aquello que necesita evolucionar en nosotros, y que nos hace ser creadores de nuestra realidad.

Para finalizar, no olvidemos que la renuncia al poder esencial es la identificación y sometimiento de nuestra persona al miedo y a los sufrimientos que nos paralizan, nos anulan, y no nos dejan avanzar y evolucionar.

 Isabel Arriagada (Aramadoma)

 


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